Hace diez años nos reunimos en base a nuestra experiencia como músicos educadores y recreadores en base a ciertas ideas que se tornaron disparadoras del proyecto que hoy es Tutú. Esas ideas-interrogantes que en principio nos inquietaban eran:
¿Podemos volver a jugar y cantar como niños pequeños?
Siempre creímos en la necesidad de recuperar el juego espontáneo, los juegos de palabras, ser libres en el manejo del lenguaje (Gianni Rodari) y de la voz, experimentándolo desde las posibilidades evolutivas e individuales de cada persona. Esto significa no pretender responder a un modelo de competencias provenientes del mundo escolar sino recrear a cada momento el espacio apropiado para la participación en el hecho artístico.
¿Podemos empezar otra vez por el principio y redescubrir aquella sensación?
Cada propuesta es vivenciada por nosotros desde la evocación de nuestra propia infancia y desde la observación de los juegos de los niños (tradicionales y actuales). No pretendemos actuar como niños sino generar las condiciones para sensibilizarse ante el hecho musical (emocionarse, conectarse con el mundo propio) y que se produzca la identificación necesaria que habilite los espacios de interacción lúdica/expresiva.
¿Podemos evitar reproducir el modelo de lo que se espera como música infantil?
Por un lado nuestra elección estética (en algunos ambientes objetada), fue el rock entendiéndolo desde la poética y como actitud (recuperando la potencia musical de sus orígenes como expresión artística contracultural). Aunque el repertorio hoy incluya otros géneros musicales (tarantela, bossa, milonga), lo hacemos desde la energía que proviene de nuestra condición de músicos de rock.
Por otro lado, teníamos claro que no queríamos generar sólo contemplación del orden de la apreciación musical, sin desmerecer esa posibilidad, apostamos a generar experiencias (J. Dewey) que cada momento, sea vivido intensamente comprometiendo al cuerpo en movimiento, los sentidos, el canto y el encuentro y la comunicación con los otros (entre niños y entre niños y adultos).
¿Podemos mezclarnos a partir de la música, sin diferencia de edades a compartir esa emoción?
La convicción es recrear en cada ocasión la magia que la música produce como puente que nos acerca a otros, conmueve, abre imaginarios, ofrece un canal de expresión y hace pensar. Además las canciones proponen juegos con las manos y todo el cuerpo que retoman la tradición del juego en la música popular. Estos elementos invitan a que los adultos dejen de ser meros acompañantes sintiéndose convocados a jugar.
¿Podemos dejar de mirarnos con extrañeza y entregarnos al mundo de la imaginación, la música, la alegría y el juego?
Ante la impregnación de las tecnologías informáticas y de la comunicación (TIC), que han modificado los modos de percepción y de relación social (mediación), la apuesta es afirmar el vínculo presencial, recuperar la ceremonia del encuentro con otros, la fiesta compartida…….
La elaboración de cada respuesta, traía nuevos interrogantes y en la medida que se desarrollaban las experiencias, fueron los chicos con sus diversidades, verdaderas usinas donde encontramos las claves para mantener vivo el lenguaje que juntos construimos.
Ante estos iniciales desafíos, nos entregamos genuinamente (sin los condicionamientos de la industria, ni del circuito establecido) a buscar otras formas, agitar sentimientos, convocar la sensibilidad e inteligencia para promover distintas maneras de mirar y recrear el mundo.
Alejo Distéfano - Bajista y compositor de TUTU
